lunes, 22 de junio de 2015

Unas galletas para los profes

  Bueno, pues ya ha pasado casi una semana desde que llevamos la tarta regalo de la clase a los profes junto con los libros de las fotos y dedicatorias de los chicos, las reacciones fueron fantásticas, creo que ambos profes se emocionaron mucho y en la mente de todos quedará un recuerdo fantástico.


  A todo el mundo le encantó la tarta, tanto por fuera como por dentro, bueno, a los que llegaron a tiempo, porque aunque muchos profes desfilaron intentando pillar un cachito la tarta desapareció en un pis-pas. Yo calculé raciones para los chicos y los profes a los que iba dedicada de sobra, pero la verdad es que no pensé en tanta gente.


  Y al final, pues eso es lo que cuenta, a pesar de los pesares, hay pasteles que se rifan..., otros no tanto, que digo yo que por algo será.



  Yo me quedo con el cariño de los chicos y de los profes, y me quedo con eso porque de verdad que lo percibo. Yo no necesito ceremonias, ni que me las hagan, ni hacerlas a la hora de entregar la tarta y los regalos a los profes.


  Y con esas, pues como cada año me puse a pensar en un nuevo diseño para nuestras galletitas. Siempre me gusta dejar un espacio para que los chicos colaboren terminándolas de decorar.


  Habitualmente era un espacio más grande para que los chicos pudieran hacer dibujos, pero Rafa anda ya más mayorcito y creí que con algún detalle bastaría, así que con este espacio tenía más que suficiente.


  Se me ocurrió que hacer unos niños con su mochila a la espalda sería algo diferente y original, y creo que ha quedado un buen resultado.


  Como cada vez que aparecemos con una caja o algo envuelto siempre hay algún niño que pregunta si les llevamos galletas o pasteles, es curioso cómo a veces la inocencia de los críos puede con la maldad de algunas madres, ahí lo dejo.


  Estas galletas son, como siempre, de agradecimiento, porque como yo digo, es verdad que los profes reciben un sueldo, pero un trabajo se puede hacer bien, mal o regular,


  Y cuando los ves preocupados por tu niño, parándote en cualquier rincón para comentarte lo que sea, dispuestos siempre a poner de su parte para ayudarnos,..., pues es que nuestra familia no puede hacer otra cosa que agradecerlo.


  Nunca he hecho esto, pero os voy a contar un poquito cómo es cada uno, para que me entendáis


  D. Miguel es un hombre entregadísimo a su trabajo, es capaz de pararse con cada padre aunque vaya con sus hijos y llegue más tarde a su casa. Es una de esas personas que no solo predica a los niños lo buenos que deben ser, es que es un hombre bueno y su forma de hacer las cosas siempre constituye un ejemplo. Es muy exigente, pero a la vez sabe cuando debe ceder un poco para estimular a los chicos. Lo que nos hemos reído siempre en casa con las cosas que les dice.


  D. José Ignacio lleva solo un curso en el colegio, es muy joven y debo reconocer que al principio nos tenía un poco desconcertados, pero ha demostrado su valía sabiendo escuchar y aprendiendo cada día, siendo capaz de enmendar sus errores y de acabar el curso con un nivel estupendo. Es con quien hemos tenido menos relación, pero debo agradecer su amabilidad y su disposición en todo momento.


  D. Alejandro tiene un don con los chavales de la edad de mi hijo mayor, siempre lo digo, es capaz de tratarlos como coleguillas a la vez que sabe hacerse respetar, esa es una barrera muy difícil de mantener, pero él sabe hacerlo, Y hay que agradecerle todo ese tiempo que ha dedicado a organizar actividades (incluso en su tiempo libre), a acompañar a los chicos en sus exámenes de Cambridge,..., además hay que ver lo que alegra siempre los festejos.


  D. Fernando era un desconocido para nosotros a principio de curso, lo único que nos habían comentado era lo duro que es como profe. Para nosotros fue un gran descubrimiento desde la primera tutoría, dándonos muestra de su gran experiencia cuando nos describió a nuestro hijo con pelos y señales. Sí que es duro, pero en cuestión de materias escolares, porque yo creo que en el fondo es un hombre muy tímido con un gran corazón.


  Lo de llevarles este regalito no es una necesidad de quedar bien, no voy a negar que a alguno, algún curso (hace ya un tiempo), se las he preparado porque no me parece bonito hacerlo con unos sí y con otros no, pero es un caso aislado, aún así sus galletas fueron preparadas con el mismo esmero y mimo que las del resto.


  Y habrá quien dirá que ya preparé la tarta para un par de ellos, pero eso era una cosa de la clase a la que yo le puse mis manos, esto es un regalo familiar, algo más nuestro y más personal. Y es que a nosotros eso de regalar un reloj, o un vale para un spa, o lo que sea, pues además de que no nos parece correcto porque es algo que el colegio prohíbe en sus normas pues es que no nos gusta, yo creo que detalles como éste o como el que se tuvo la semana pasada dejan mucha más huella.


  Yo es que soy de esas raras a las que cuando un enfermo en el trabajo dice: "Te voy a traer un regalito que...", pues corto en seco y digo: "A mí no, mire usted, si quiere tener un detalle, pues lo tiene con todos, nos puede traer una botellita de aceite o algún paquetito de café para los desayunos y se lo vamos a agradecer muchísimo".


  Y ya cuando un enfermo nos deja una cartita de agradecimiento se nos ilumina la cara a todos, hasta la última que no había quien la entendiera, pero que tenía un gran valor porque nos la escribió una chica con una discapacidad y lo que dejaba bien claro es que quería que la leyera el director del hospital.


  Quizás me equivoque, pero conociéndolos, aunque solo sea en el ámbito del colegio, yo creo que no, imagino que para ellos, igual que para nosotros, el mejor regalo es un reconocimiento a su trabajo.

  Y por hoy ya está, en unos días os enseño otras galletitas que preparé para un encargo muy especial. Muchos besotes.

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